WIN-WIN Constituyente
Se entiende como "juego ganar-ganar", un juego provechoso para todas las partes, pues se diseña de manera que todos los participantes puedan beneficiarse de uno u otro modo. Cuando se trata de resolver conflictos, la estrategia WIN-WIN (como se conoce en la jerga empresarial) es un proceso de resolución que logra contentar y contener a su vez a todos los participantes. Si alguien gana todos ganan.
Algo así es el asunto del plebiscito y el proceso constituyente. Este juego ya tiene sus reglas escritas: no se toca la economía, no se toca el regímen político (democracia liberal representativa) y no se toca el carácter del Estado (con dominación y hegemonía burguesa). Bajo este marco se trata de dejar contento a tres tipos de jugadores:
Los que defienden de forma reaccionaria un legado ya superado por la propia configuración política de la clase dominante, hablamos de los que buscan utópicamente mantener las mismas reglas que se fundaron en los 80´. Usan un potente discurso centrado en la negación de la subversión popular, bajo un profundo romanticismo conservador. Pero la mayoría de este bando no cree este discurso, lo utiliza como recurso ideológico, sabe que su opción perderá, esta convencido de lo obsoleto de la constitución pinochetista y de lo inservible de la posición de trinchera, pero a veces defender una posición permite reafirmar la identidad, acumular un sector que puede multiplicarse, más aún cuando este sector sabe bien que el modelo mismo no resolverá sus contradicciones con una nueva constitución. Si gana el apruebo es la extensión de la fisura por donde se crecerá, tanto porque al ser un juego de ganar-ganar, en los hechos todos se anulan, y el equilibrio toma lugar.
Los que respetaron, jugaron y perfeccionaron las reglas del juego constitucional, los del "neoliberalismo rosa", la centro izquierda. Estos, bajo un oportunismo impresionante hoy quieren allanar el camino para recomponer su opción, absorver en este juego a su nobel recambio progresista, y recuperar su hegemonía dentro del bloque dominante de fuerzas.
El tercer jugar es el progresismo de corte crítico, que cuestiona la vieja guardia del modelo, pero que se entusiasma con ganar posición. Recuerda a la DC del siglo XX y su afán hegemónico frente a sus padres conservadores y falangistas. Ellos buscan transformar esta coyuntura en un relato programático que dé cuerpo a su neoliberalismo social (economía de mercado, sobrexplotación más estado social de derechos universales). Es su espacio, pero tiene un peligro, a veces cree demasiado en su jugada, se nubla entre el juego político y la pesada realizada de la correlación de fuerzas... de verdad cree que su lugar es el antagonismo, cuando no es más que la oxigenación.
Los poderosos juegan al WIN-WIN. Es momento de cortar las patas a la mesa donde se sostiene este juego. Ni Aprobar Ni Rechazar; es el momento de seguir agudizando el escenario, dotándolo de mayores certezas a nivel de ideas, de capacidad organizativa y de poder. Es hora de dotar de máximas que nos habrán el camino en este oscuro consenso burgués.
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