TERCERA POSICIÓN: NO VOTAR
Hoy el de debate en el escenario político esta copado por la normalización institucional y económica, y como consecuencia de esto, los aprontes para el Plebiscito de Octubre. En torno a este último se debaten en pugna las dos posiciones centrales: Aprobar o Rechazar. Pero, a pesar de que esta situación que parece ser algo obvio, oculta un elemento sustancial para interpretar y actuar en el escenario político.
Sólo es posible entender la ofensiva comunicacional de la derecha y la élite para salir públicamente a plantear lo beneficioso que es la apuesta del Apruebo, en un contexto de polarización política. No son pocos los que dicen que el plebiscito parece ser un tramité innecesario, cuando de lo que se trata es partir rápidamente a discutir (entre los mismos de siempre) los ajustes constitucionales. El Apruebo y Rechazo por tanto se diluyen como opciones supuestamente antagónicas, para ser dos caras de una misma moneda.
Algunos, con el fin de no perder el necesario relato de antagonismo, que dinamiza sus propias posiciones políticas, plantean que la derecha quiere sumarse a la opción ganadora de forma oportunista. Dentro de esto se encuentra la maniobra comunicacional de Longueira, resulta magnifica en tanto tiene a toda la centro izquierda y el progresismo hablando de él y su posición, incluso los ex fiscales que con afán de protagonismo dan una ingenua cátedra de derecho penal, alimentando aún más la posición del líder derechista.
El asunto central, es que como toda situación política es determinada por aspectos de largo plazo y aspectos de corto plazo o coyunturales, debemos analizar de forma integral estos elementos del escenario. Del primer momento, en que el bloque dominante retoma la iniciativa, se cuadra y cohesiona frente a la insolencia popular, que la oposición Apruebo y Rechazo se diluye como aspectos tácticos de una estrategia para recomponer la legitimidad institucional que se ve resquebrajada de forma definitiva por los acontecimientos del octubre 2019. El largo plazo es el problema de la gobernabilidad y la legitimidad institucional del modelo, necesario y fundamental para la estabilidad económica. Sin tener esto en cuenta pareciera que todo parte desde Octubre 2019 y que el acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución es una concesión bienintencionada, debido a una derrota de la elite político-empresarial.
La lógica refundacional es la estrategia que asume todo el consenso estratégico, donde la derecha, la centro izquierda y sus fuerzas auxiliares (frente amplistas), dando ejemplo histórico del clásico reformismo burgués, posición tradicional de las clases dominantes cuando asumen una posición ofensiva, anticipatoria y hegemonizante para reforzar o recuperar la gobernabilidad de su orden social. Animar una disputa entre Apruebo y Rechazo, resulta una táctica comunicacional que busca diversificar opciones para abarcar todo el espectro de opciones, que marquen hitos centrales para comenzar a relegitimar la institucionalidad.
El Plebiscito es un hito, que vote mucha gente debe ser un objetivo de corto plazo, que se visualice un antagonismo superficial para alimentar la posición propia desde la negación es algo necesario a mantener con el fin de dotar de un relato a un escenario cuyo resultado ya sabemos todos.
De esta forma, cuando en lo estructural no existe diferencia sustantiva entre Apruebo o Rechazo, es necesario levantar una tercera posición, que se alimente desde la rebeldía popular que se puso nuevamente sobre la mesa luego de décadas de letargo movilizador.
El NO VOTAR resulta la posición más justa y certera ante la estrategia hegemonizante de los que hoy dominan, un asunto de resistencia, pero que contiene una potencial ofensiva para continuar lo que se inicio el 2019: asediar la institucionalidad, avanzar en poder propio, acumular la fuerza necesaria (traducida en organización y elevación de conciencia política), para que en un futuro cercano el asunto se resuelva desde la forma plebeya.
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